Con el nombramiento de un militar, el comandante Barranca, como Defensor de la Ciudadanía, el Partido Popular del Sr. Zoido ha querido contentar a su parroquia más ultra y predemocrática a la que debe parte de su victoria electoral. Con razón en Sevilla no hay ni partidos ni voces de extrema derecha que alcen sus mensajes contra o frente al Partido Popular.
Como ya anunciamos el viernes pasado en una nota de nuestro grupo municipal que se puede ver aquí, http://bit.ly/r7IQdp, hemos exigido al alcalde de la derecha –y de la extrema derecha- que sustituya inmediatamente a este militar que no reúne ni de lejos el perfil conciliador que tiene que incorporar la figura del Defensor en Sevilla. O es que acaso vamos a ver a este extremista defendiendo a los vecinos del Polígono Sur o de Torreblanca frente al alcalde de derechas. O quizás nos lo imaginamos pidiéndole al PP más transporte público para Valdezorras, más dinero para la dependencia de los mayores o más recursos públicos para el convenio de los trabajadores municipales o para el bonobús solidario.
O los presupuestos participativos o la solidaridad internacional, en serio riesgo con el PP, van a ser defendidos por este “buen español”, cuyo alcalde ya ha anticipado que va a liquidar las políticas de cooperación con los pobres de los países pobres. O va a estar interesado en exigir la alfabetización de los 34.000 iletrados –también ciudadanos de Sevilla- frente al poder municipal. O la Memoria Histórica.
Esta alcaldada, esta broma macabra, inasumible e inaceptable desde los mínimos valores democráticos, tiene que ser subsanada por la vía de la sustitución de un involucionista que no puede estar, de ninguna manera, mediando entre los intereses del gobierno y los intereses de los ciudadanos. Barranca tiene que estar fuera de cualquier institución democrática porque, sencillamente, no cree en ellas.
Mucho incienso, sotanas y alzacuellos se están adueñando de la vida diaria de los sevillanos desde que el Sr. Zoido invocó a la Biblia como libro de cabecera en su toma de posesión, contentando con ello a los sectores más reaccionarios de la Iglesia. Junto a ese, mencionó otro libro: la Constitución. Con la incorporación de este ultra a esta Oficina que exige un equilibrio exquisito, ha demostrado la verdad de sus creencias. Mucho nacionalcatolicismo y una prevalencia militar sobre el poder civil más propio de las Españas predemocráticas que de la Sevilla de la conciliación y de la diversidad.
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