Considera que el General Barranca no representa el perfil más apropiado para ocupar ese cargo a tenor de sus conocidas posiciones “predemocráticas” y su falta de respeto al orden constitucional.
El Grupo Municipal de Izquierda Unida se ve obligado a manifestar su preocupación a raíz del nombramiento del nuevo presidente de la Comisión Especial de Sugerencias y Reclamaciones del Ayuntamiento de Sevilla, más conocida como la Oficina del Defensor del Ciudadano, que ayer quedó oficialmente constituida tras su primera reunión después de las pasadas elecciones.
En primer lugar, IU denuncia cómo, a diferencia del anterior Defensor, Francisco Romo, el propuesto por el Gobierno local, José Barranca López, no lo ha sido como consecuencia del consenso entre grupos municipales, sino que el PP ha impuesto a dedo este cargo de su confianza.
Pero lo que más escandaliza a Izquierda Unida es el currículo del Comandante Barranca. Esta persona –que está siendo presentada a la ciudadanía como un militar en la reserva desde hace 15 años, destacándose en su perfil el de profesor en un centro privado de estudios empresariales– es el autor de una carta de “respeto y apoyo más sincero” al General Mena, quien, como es sabido, fue destituido por el Gobierno central a raíz de un polémico pronunciamiento realizado en 2006, con motivo de la Pascual Militar, en el que abogaba abiertamente por la intervención del Ejército ante el avance “del separatismo catalán” y el “fraccionamiento” de la nación española.
La carta del Comandante de Caballería José Barranca López, “Mi respetado general”, publicada en ABC el 18 de enero de 2006, -nada de profesor de empresariales sino militar en ejercicio-, es una muestra de la ideología predemocrática del nuevo Defensor del Ciudadano.
En ella Barranca descalifica al presidente del Ejecutivo y al Consejo de Ministros –a la sazón representantes legítimos y democráticos de todos los españoles-, los acusa de gobernar con separatistas y nacionalistas “empeñados en destrozar España”, exalta la condición de buen español del General Mena (destituido por su discurso de la Pascua Militar) y acusa de “imbele” (cobarde, incapaz de defenderse) al ministro de Defensa de la época.
Concluye la misiva con unas estrofas del himno de caballería deseando la dimisión del gobierno “por desleal con la Nación Española, la única hasta la llegada de los progresistas”.
Izquierda Unida rechaza absolutamente los términos predemocráticos en que Barranca expresó su solidaridad y apoyo al General MENA, evidenciando así el nulo respeto que el mencionado Comandante dispensa a las instituciones elegidas por los ciudadanos españoles.
Pero sobre todo consideramos inaceptable e inasumible que un militar que piensa de esta manera sea, nada menos, que el Defensor de la Ciudadanía de Sevilla, con todo lo que de equilibrio, pluralidad, respeto a la diferencia, capacidad de diálogo y de consenso o ecuanimidad ha de reunir el cargo para el que Zoido le ha nombrado.
Desde IU pensamos que el alcalde debe sustituir inmediatamente al Comandante Barranca de este puesto y abrir un proceso de consenso mediante el cual se consiga que el Defensor de los ciudadanos de Sevilla sea una persona que suscite el acuerdo de todos los representantes democráticos de nuestra ciudad.
De no hacerlo así, el Partido Popular, con su alcalde a la cabeza, habrá dado un paso más en la falta al respeto democrático, otra vuelta de tuerca en la involución hacia posiciones que deberían de estar definitivamente superadas y habrá añadido crispación y rechazo en buena parte de los sevillanos y sevillanas que se negarán a pedir amparo o mediación a alguien que rechaza la articulación territorial del Estado español y que no reconoce ni respeta el ordenamiento constitucional, ni, salvo que fueran “los suyos”, a otro gobierno elegido libremente. Y es que Zoido ha puesto a un Defensor “del PP” y no a un Defensor del Ciudadano.
El alcalde, por tanto, compartirá estas opiniones si coloca como un alto representante de los intereses de los ciudadanos a quien no reconoce los procesos democráticos y está dispuesto a solidarizarse con un militar que niega la Constitución Española, ese libro al que, junto con la Biblia, tanto se encomendó cuando tomó posesión de la Alcaldía de Sevilla.
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