A partir del encuentro internacional feminista que se celebró en julio de 1981 en Bogotá, se proclamó, el 25 de noviembre, “día Internacional en contra de la Violencia de género”. En conmemoración a las hermanas Minerva, María Teresa y Mercedes Mirabal, activistas contra la dictadura de Leónidas Trujillo y asesinadas por la policía de la Republica Dominicana en 1960.
La invisibilidad de la hambruna, el sida, las mutilaciones genitales, las violaciones como arma de guerra, de las mujeres africanas: son el lamento de todas las mujeres del mundo. La impunidad del feminicidio de Ciudad Juárez como máximo exponente de la violencia estructural contra las mujeres; las agresivas políticas gubernamentales de exportación de trabajadoras domésticas; el negocio mundial de la prostitución, y la trata de mujeres y menores; los asesinatos de las mujeres por honor, o por violencia machista en manos de sus parejas o exparejas; la “contra-economía terciaria” que crea subempleos para las mujeres, en vez de desarrollar los servicios sociales,… componen la elegía de quienes, estando dispuestas a pelear, destierran como forma de vida la desigualdad y la injusticia social.
Si la inmensa mayoría de las personas que viven en situación de pobreza absoluta son mujeres, va siendo imperioso que las mujeres nos rebelemos para hacer prevalecer nuestros derechos, día a día, cada dia.
El desempleo y la precariedad vital, especialmente para las mujeres más jóvenes, que genera este depredador sistema a escala global, incrementan la frecuencia y la intensidad de la violencia machista. Porque aumenta la dependencia económica de las mujeres y la privatización de los servicios públicos (hospitales, escuelas,…), que intensifica el tiempo que las mujeres tienen que dedicar al trabajo doméstico y los cuidados.
A mayor aumento de la pobreza hay mayor explotación sexual. Máxime, en un marco normativo y social tolerante con el maltrato y la explotación, en el que sigue imperando el machismo, la lógica mercantil, y el consumismo sin límites.
Frente al adoctrinamiento, las mujeres “queremos saber” para tomar decisiones. Las políticas del PSOE y las instituciones sociales han perdido su legitimidad, pero un posible triunfo del Partido Popular el 20 N no nos permite alimentar esta famélica democracia. Más privatizaciones, más despidos y reducciones de los derechos laborales, más desigualdad en el reparto de la riqueza, más poder para la iglesia y, por tanto, menos derechos y libertades para las mujeres.
La idea de que nadie nos representa, o la creencia de que todas las organizaciones políticas son iguales, impiden que la izquierda avance. Y nuestra sociedad, que defiende mayoritariamente los valores de igualdad y justicia social, con su abstención o con el apoyo a partidos que, denominándose de izquierdas, aplican las mismas recetas neoliberales, renuncia a la transformación de este cruento sistema.
Desde el Partido Comunista de España, llamamos a la participación electoral de las mujeres
Con nuestro voto, podemos ser motor de cambio. Os pedimos protagonismo para impedir gobiernos neoliberales. Solicitamos vuestro voto a Izquierda Unida, opción política comprometida con la modificación de las insuficientes leyes actuales, para poder perseguir y erradicar radicalmente todas las formas de violencia contra las mujeres, incluida la prostitución, impulsando actuaciones integrales y contemplando para su implantación los recursos necesarios; que defiendan nuevas formas de organización laboral y la eliminación de la segregación en el trabajo, que posibiliten la participación sindical de las mujeres para conseguir la equiparación de funciones, responsabilidades y salarios; que promuevan la igualdad en la participación y representación en las estructuras de toma de decisiones; la coeducación para la erradicación de los roles y estereotipos sexistas. Información, educación y cultura popular al servicio de la igualdad.
Que las mujeres seamos vanguardia en la lucha por la defensa de los servicios públicos de calidad. Politicemos nuestras demandas y nuestras vidas, alcanzando el objetivo de la corresponsabilidad de las tareas domésticas y los cuidados. Exijamos que el poder de la iglesia no salga de las iglesias. Construyamos juntas redes de mujeres que impulsen a otras mujeres a ser protagonistas de su propia emancipación y por la transformación social, por una sociedad socialista que supere este caduco, injusto, insolidario, inhumano, insostenible, sistema capitalista. ¡Tú eliges!
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