En el día de ayer tuvimos acceso a la sentencia absolutoria emitida por el Juzgado de lo Penal número 8 de Sevilla en la causa que habían denunciado contra ella por haber impedido el uso de un centro público para un homenaje al falangista Agustín de Foxá.
El fallo dice “Debo absolver y absuelvo a JOSEFA MEDRANO ORTIZ del delito de prevaricación del artículo 404 del Código Penal y del delito contra los derechos fundamentales y libertades públicas, previsto en el artículo 511 del Código Penal por los que venía siendo acusada, declarando de oficio las costas procesales”.
Y aunque es recurrible a la Audiencia Provincial por parte de los denunciantes, no deja de cons- tituir una satisfacción que no haya prosperado una denuncia que no tenía aval jurídico alguno y que la desproporción en las penas solicitadas por los demandantes, cárcel e inhabilitación, no tenían ningún fundamento.
Ahora, más allá de análisis más serenos y profundos de la sentencia, cabe preguntarse ahora qué. Quien restituye la honorabilidad puesta en duda por tantos artículos de opinión, titulares, columnistas, tertulianos, injurias y descalificaciones, ahora demostradas sin ninguna justificación, dado que, Josefa Medrano ha sido hallada absuelta y, por lo tanto, declarada inocente.
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