20 octubre 2011

La huelga de hambre que los secuestrados en los campos de concentración sionazis iniciaron el pasado 27 de Septiembre, sigue adelante


Desde que en 1967 Israel ocupó Jerusalén Oriental, Cisjordania y la Franja de Gaza, han detenido a unos 700.000 palestinos. Cada familia palestina ha tenido en algún momento encarcelado a un miembro u otro de su familia. Dos quintas partes de los hombres palestinos han pasado algún tiempo tras las rejas israelíes. Desde el año 2.000, han detenido a 7.000 niños. Actualmente, hay quince miembros del Parlamento encarcelados. Las prisioneras palestinas que dan a luz en la cárcel lo hacen con los brazos y piernas atados. El 87% de los niños arrestados han sido objeto de torturas físicas. Cuando se inició la segunda Intifada, había alrededor de 11.000 detenidos. Un informe de las Naciones Unidas publicado en marzo de este año cifra el número de prisioneros en 6.000. Según el informe publicado este mes de octubre por el Servicio de Prisiones Israelí, los presos alcanzan la cifra de 5.503. Hay 270 detenidos a los que se mantiene en detención administrativa, un término que significa “que pueden retenerles indefinidamente sin que nadie conozca las razones”. A la mayoría de los prisioneros se les ha negado un juicio justo y en cambio son sometidos a arbitrarios juicios militares donde el ocupante es el juez, el jurado y el verdugo.*
Todo el mundo sabe quién es el criminal Gilad Shalit, quién es su familia, cuánto han sufrido mientras que estuvo detenido en Gaza, donde fue detenido, armado y uniformado, en una acción militar. Es un “valiente”, miembro de una familia de “valientes”. Debido a sus condiciones físicas, pudo haber prestado el servicio militar en el ámbito administrativo, pero se empeñó en hacerlo en una unidad de combate, al igual que su hermano, otro “valiente”.
Unos días después de su captura, el ejército israelí lanzó una operación de rescate que se saldó con el resultado de más de cuatrocientos palestinos muertos, asesinados impunemente por esa máquina asesina. Pero eso no es muy grave, eran sólo palestinos. Hombres, mujeres, niños, ancianos, que cometieron el gravísimo crimen de vivir encerrados en la Franja de Gaza, de no tener derecho a salir de ella ni siquiera para recibir tratamiento médico. Unos terroristas en potencia. No conoceremos sus caras, ni sus nombres, ni sus aficiones, ni sus ilusiones. No conoceremos los sufrimientos de sus familias, no veremos a su padre, ni a su madre, ni a sus hijos llorando desconsoladamente por haber perdido a un ser querido, o por tenerlo en silla de ruedas para toda su vida, no tienen derecho, apenas son humanos, son sólo PALESTINOS.
Al criminal Gilad Shalit, el gobierno terrorista de israhell lo considera un secuestrado, debido a que no se le ha garantizado ninguno de los derechos recogidos bajo la Tercera Convención de Ginebra para soldados capturados,[] que les da derecho a recibir la visita del Comité Internacional de la Cruz Roja para comunicarse con los miembros de su familia. Hay que tener en cuenta que todas las medidas de seguridad que se tomen para prevenir otra operación de rescate como la que he comentado anteriormente son pocas. Pero a los palestinos secuestrados en las cárceles israelíes tampoco se le garantizan los derechos recogidos en estas convenciones. Sufren la incomunicación por años, no pueden recibir visitas de sus familias, son juzgados en juicios sumarísimos militares, sin derecho real a la defensa. Algunos se tiran muchos años en prisión preventiva, sin saber por qué motivo se encuentran detenidos.
¿Cuánto tiempo se necesita para que uno muera de inanición? ¿Qué ocurre si encima les han gaseado primero en sus celdas, golpeado, hacinado más allá de cualquier capacidad para soportarlo? ¿Qué ocurre si te tienen en confinamiento solitario y se les niega la más básica atención médica? Esa fue lareacción de la Administración de Prisiones Israelí ante los huelguistas, que no están pidiendo un arco iris para jugar a los bolos, ni camas de agua de lujo, ni cenas de cinco estrellas. Piden el final del confinamiento solitario. Piden su derecho a la educación y al acceso a los libros. Piden que sus familias puedan visitarles. Exigen que les traten como a seres humanos y no como a animales encadenados de manos y pies durante los encuentros con sus abogados. Exigen el derecho a poder abrazar a sus familias, para que sus niños no sufran el mismo destino que la niña de diez años Abir Eskafi, que murió como consecuencia del trauma sufrido al negarle el permiso para abrazar a su padre encarcelado.*
Creo que se impone un proceso real de movilizaciones que obligue a los gobiernos de los países “civilizados” a tomar partido por las víctimas, en vez de mantener esa exquisita equidistancia, que los hace posicionarse tácita y sistemáticamente con los verdugos, que están llevando hoy a cabo, las mismas prácticas que usaba el partido nacional-socialista alemán en la década de los treinta y primera parte de la de los cuarenta, y que tanto nos hace escandalizarnos cuando las vemos reflejadas en cualquier libro, película o documental. La Unión Europea le tiene otorgado al ente nazi-sionista, la consideración de socio preferente, y esto, lejos de ser un nombramiento honorífico, conlleva una serie de privilegios económicos, culturales, y de todo tipo, que permite a estos terroristas mantener la política de limpieza étnica que está llevado a cabo, sistemáticamente desde hace 63 años.
Esperemos que nuestros hijos no se tengan que avergonzar de nuestra pasividad ante tanto crimen impune. El papel de los medios de comunicación de masas es infame. El esfuerzo por plantear al militar israelí como un secuestrado mal tratado, torturado, destrozado, a pesar de que él ha declarado que el tratamiento que ha recibido ha sido correcto, amable, es infame. Por otro lado tratan de evitar cualquier comentario que haga pensar que los secuestrados palestinos, o sus familiares, gozan de un atisbo de humanidad. Al parecer, los palestinos nacen inmunes al sufrimiento, éste está reservado a los occidentales y sus aliados.
Manu Illich.

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